Los mapas de tu voz son inhóspitos
y mi ansia tangible y cruda,
tendiéndote los despojos de mi tacto
camino descalza por el verso
con miedo a tu lectura sin un prisma
que nuble las líneas del deseo.
No quiero permanecer en el límite,
vacilante ante la incógnita,
sin más propósito que mi cuerpo.
Mis ideas se suceden como párpados,
o puentes veloces tendidos hacia dentro,
cuando propagas el ruido sordo
de conversaciones tibias que inundan
el viaje de la madrugada al clímax.
El signo tiembla inconexo,
si me preguntas en qué creo
tendré que responder que en la tierra;
mi palabra es sed de sal,
para decirte a dónde voy no me alcanza la boca.
Mientras trazas rumbos intangibles,
me revelo empírica
y sigo atenta e imperturbable
tu búsqueda hacia el centro último del mandala.
Sígueme donde no alcanza la luz de lo cotidiano,
voy a enseñarte las sombras de mis fractales,
el conflicto de mi poema indeciso
entre la lucha y el orgasmo.
Déjame trazar la líneas consteladas,
frenética y anhelante de paz,
de cuidado, de vida.
Tengo sed de sal y la boca ávida de poesía.